'Afortunados los ignorantes que viven en la felicidad', dirían por ahí. Afortunados —en este caso— los niños y adolescentes con menos de dieciocho años y por supuesto los enajenados que no irán a votar o irán a tirar su voto a la basura (engatusados por despensas, litros de gasolina, comerciales dramáticos o copetes bien peinados).
Ya lo dijo tío Ben: "con un gran poder se lleva una gran responsabilidad". Y eso es lo que es el voto, un gran poder; un poder que lleva la responsabilidad de decidir a quien le dará curso a nuestro país y con él, a nuestros destinos. Un poder que a veces sabe a impotencia, un poder que no se ha ejercido de buena manera, un poder que debemos despertar. Y es que la mayoría manda pero ¿qué pasa cuando la mayoría vende, regala o desecha si voto? Pues la minoría que votó por convicción ideológica e hizo su tarea electoral se pierde en la masa de votos vacíos.
Las campañas han iniciado: los comerciales de un candidato viajando por todo el país ya se ven en todos los canales, los de una madre abnegada y triste que quiere ser presidenta también están ahí, y los de alguien ya conocido que nos habla de una nación unida hacen presencia (aunque en menor medida). Las partes laterales de los automóviles y las traseras de los autobuses ya cargan con el rostro del candidato de las televisoras, doña putifina ya se puede ver en los espectaculares que yacen junto a las carreteras y los demás intentan hacerse ver (ojo: no darse a conocer).
Nadie dice qué es lo que promete. Ya ni siquiera nos venden falsas promesas, nos venden falsos rostros que quieren atraer y vender, en lugar de convencer.
La propaganda ha quedad atrás, lo de hoy es la publicidad: es mas importante vender al candidato o candidata, que hacer conocer y convencer de sus ideas.
Y aún así nosotros tenemos que hacer un doble esfuerzo y averiguar qué es lo que hay detrás de todo ellos, y qué es lo que cada uno quiere hacer con el país de todos. Olvida TvNotas y sus matrimonios, lee Proceso y dale a Google, nos necesitamos los unos a los otros. Extrañamente el camino es cuesta arriba cuando lo que uno busca es no regalar o vender su voto.
YN