Queridos
uncoolers, es todo un placer estar nuevamente con ustedes, y compartirles una
pequeña columna que me encontré en uno de mis libros de consulta para lecturas.
Traté de pensar como describírselas de otra manera, pero sin duda, la mejor es
tal cual viene en esta antología, así que decidí transcribírselas. Espero que
disfruten de la literatura medieval que nos ofrece Patronio, pues siempre responde con gran humildad a su conde, asegurando no ser necesario dar consejo a una persona tan ilustre como él, pero ofreciéndose a contarle una historia de la que este podrá extraer una enseñanza para resolver su problema.
Había en un pueblo de moros un buen mozo que se enamoro de una muchacha,
hijo de un hombre rico y honrado del mismo pueblo; era muy bella, pero tenía
fama de mala y sanguinaria, pese a lo cual el muchacho se decidió pedir su
mano; el padre de la muchacha no pudo negar su consentimiento a que se
celebraran las bodas, aunque quiso advertirle que era peligroso casarse con su
hija, pues temía que el mancebo durara poco con vida.
Así y todo, las bodas se celebraron. Después del primer banquete, los
comensales dejaron solos a los recién casados en la mesa. El mancebo entonces
se dirigió a un perro que rodeaba los manjares y le ordeno que trajera agua. El
perro no hizo caso y el joven desenvaino su espada y lo mató. Vio luego un gato
y le ordenó lo mismo y el gato, naturalmente tampoco trajo el agua. Se levanto
y repitió la misma operación. Su mujer se iba espantando. Había cerca un
caballo el único que tenían, y le ordenó que le trajera agua. El caballo se
mostró indiferente a la orden, y entonces el joven volvió a desenvainar la
espada y le cortó la cabeza. La mujer, aunque tenía fama de fiera, al ver cómo mandaba
su marido y cómo cumplía lo que decía, pensó que si quería seguir sana lo mejor
era obedecerlo en todo. El recién casado le hablo entonces y le dijo lo mismo
que los animales. La mujer se levanto muy solícita y se la trajo en seguida.
A la mañana siguiente, cuando todos los familiares y vecinos esperaban
encontrarse al marido muerto por la mujer, vieron que ésta salió de la
habitación diciendo que se callaran, que su marido dormía y no había que
despertarlo. Todos quedaron asombrados de cómo el marido había logrado
convertir a su esposa en mujer sumisa y obediente. Y desde entonces se comentó
que había sido una buena boda.
Este cuento pertenece a un libro llamado "Conde Lucanor" o
"Libro de Patronio". Patronio es un servidor del conde, y éste va
pidiéndole consejo sobre cosas diversas; Patronio le contesta con relatos que él
conoce y al final de los cuales saca siempre una moraleja. La del cueto que
hemos relatado es ésta:
"SI AL COMIENZO NO MUESTRAS QUIEN ERES,
NUNCA PODRÁS DESPUÉS AUNQUE QUIERAS"